11 feb 2013

Adiós Benedicto XVI...

Queridos hermanos!

Tristemente hoy nos toca despedir el potificado del Papa Benedicto XVI. Para los que crecimos conociendo únicamente la figura y persona de Juan Pablo II se nos hizo muy dificil, luego de conocer al Cardenal Joseph Ratzinger en su labor teológica (diría que el más importante de nuestros tiempos) y en la curia romana como miembro de la Secretaría de Estado; Sagradas Congregaciones Iglesias Orientales; Culto Divino y Sacramentos, Obispos, Evangelización de los pueblos; Educación católica; Pontificio Consejo para la Unidad de los cristianos, Cultura; y de las Comisiones para América Latina y Ecclesia Dei, verlo como "papá", que es el significado intrínseco de "Papa". 

Dos personas totalmente diferentes (Juan P.II y B. XVI) y al mismo tiempo amigos, confidentes, compañeros de trabajo y víctimas cada uno desde una realidad totalmente distinta y adversa del Nazismo Alemán.

Pero el Espíritu Santo no le abandonó, más allá de las polémicas generadas por su elección, especialmente por parte del grupo "progresista" que cada día encuentra más adeptos dentro de la Iglesia, especialmente la occidental (no la latinoamericana, por cierto. Quien pese a todo se mantiene conservadora en muchos aspectos) y le regaló la Encíclica: Dios es amor, con la que cautivó al mundo entero. 

Muy distinto en su hablar, su participar, su opinar en cuestiones mundiales: políticas, sociales, económicas de lo que estábamos acostumbrados con Juan P. II. Muy criticado por sus suuestos silencios en cuanto a situaciones graves como en los casos de Pederastia que involucraron Sacerdotes Católicos, que no fue silencio, sino una declaración franca y trancada, sin escándalos, publicidad o espavientos: "Tolerancia 0". Asi mismo, sumamente prudente en cuanto a la adhesión de una parte de los Anglicanos al Rito Romano; el sacerdocio femenino, el aborto... Resumiendo gran parte de ello con una sola palabra: Relativismo.



Entre tantos comentarios aprobatorios, desaprobatorios; de felicitación o de condenación prela su caracter humilde, delicado y cariñoso al tomar una decisión con claridad, transparencia, prudencia discutida en muchos casos, pero sobre todo dignidad. Vale nuestra admiración y agradecimiento; vale para nosotros su declaración de incapacidad como una victoria sobre la soberbia, las presiones de su entorno y la misión que como el mismo diría que: "incluye sufrimiento y oración". Así mismo también vale y mucho la desición de Juan P. II de mantenerse hasta el final porque "Jesús no se bajó de la Cruz". 

Situaciones distintas, historias distintas; espiritualidades diferentes. Cada una de ellas nos deja grabada a fuego la fe fuerte y valiente de estos hombres que en oposición al mundo, siguen optando por un Jesucristo Vivo, Señor de la Historia ayer, hoy y siempre.

Alabado sea Jesucristo.


 

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