6 mar 2008

De las Cartas pascuales de San Atanasio, obispo

Leamos, reflexionemos y compartamos.

La celebración de la Pascua junta en una misma fe a los que se encuentran corporalmente separados

Habitualmente nos hallamos en medio de trabajos, fatigas y sinsabores; pero, en términos más absolutos, nos hallamos, a la postre, en espera siempre de la resurrección, en espera de la vida nueva. Y la mejor experiencia de la resurrección es crear hoy el ambiente capaz de amar. En el amor estamos siempre dispuestos a una muerte súbita o a una vida para siempre. En su meditación sobre la Pascua, San Atanasio quiere conducirnos, precisamente, a esa unidad de vida en el amor.

Vemos, hermanos míos, cómo vamos pasando de una fiesta a otra, de una celebración a otra, de una solemnidad a otra. Ahora ha llegado aquel tiempo en que todo vuelve a comenzar, a saber, la preparación de la Pascua venerable, en la que el Señor fue inmolado. Nosotros nos alimentamos, como de un rnanjar de vida, y deleitamos siempre nuestra alma con la sangre preciosa de Cristo, como de una fuente; y, con todo, siempre estamos sedientos de esa sangre, siempre sentimos un ardiente deseo de recibirla. Pero nuestro Salvador está siempre a disposición de los sedientos y, por su benignidad, atrae a la celebración del gran día a los que tienen sus entrañas sedientas, según aquellas palabras suyas: El que tenga sed que venga a mí y que beba.

No sólo podemos siempre acercarnos a saciar nuestra sed, sino que además, siempre que lo pedimos, se nos concede acceso al Salvador. El fruto espiritual de esta fiesta no queda limitado a un tiempo determinado, ya que sus rayos esplendorosos no conocen ocaso, sino que está siempre a punto de iluminar las mentes que así lo desean. Goza de una virtualidad ininterrumpida para con aquellos cuya mente está iluminada y que día y noche están atentos al libro sagrado, corno aquel hombre a quien el salmo proclama dichoso, cuando dice: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.

Ahora bien, el mismo Dios, amados hermanos, que al principío instituyó para nosotros esta fiesta, nos ha concedido poderla celebrar cada año; y el que entregó a su Hijo a la muerte por nuestra salvación nos otorga, por el mismo motivo, la celebración anual de este sagrado misterio. Esta fiesta nos sostiene en rnedio de las miserias de este mundo; y ahora es cuando Dios nos coniunica la alegría de la salvación, que irradia de esta fiesta, ya que en todas partes nos reúne espiritualmente a todos en una sola asamblea, haciendo que podamos orar y dar gracias todos juntos, corno es de ley en esta fiesta. Esto es lo adrnirable de esta festividad: que él reúne para celebrarla a los que están lejos y junta en una misma fe a los que se encuentran corporalmente separados.

4 comentarios:

  1. Una gran catequesis de este gran santo y Padre de la Iglesia, sobre la pascua. Cuando Pablo decía que el corría, no lo hacía como un loco, sinó sabiendo hacia donde iba, aún ams procuraba no quedar descalificado, tan grande es aquello que vale la pena, realmente.La Pascua que de forma especial selebramos en semana santa y que conmemoramos todos los domingos, es un acontecimiento de encuentro.Decía una canción un encuentro del hombre con el hombre, agregaria yo, y de ellos (nosotros) con Dios. Muy bueno, gracias.

    ResponderEliminar
  2. Hola te ruego que te pongas en contacto conmigo por favor.
    alter-ego@martin-almiron.com os necesito.tengo que hacer un post.

    ResponderEliminar
  3. Quisiera expresar mi agradecimiento a ti Laura y tu esposo Cesar que ponéis aquí y en mi blog vuestras opiniones de forma tan Cristianamente educada y cordial.Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  4. Cariño, se hace lo que se puede, con mucho amor, aveces un poco imprudente de mi parte que soy la, digamos mano ejecutora del comentario, pero con amor y respeto a todos nuestros hermanos. Gracias a ti por estar alli.. Gracias a todos... a mi hermano Oscar por seguir siendo instrumento de Dios en nuestras vidad, aveces cortante y tajante, que es su modo, pero nunca podré poner en duda que lo mueve su amor por nosotros y la obra de Dios.. Gracias a ustede por esta koinonía.

    ResponderEliminar

¡Bendecid@! Deja tu saludo o comentario aquí.